Diseño de la
Corona Procesional de
María Santísima de la Amargura de Huelma.
A la hora de proyectar una corona, tal y como
la concepción de ella tenemos los cofrades, el estilo que impera es el barroco.
Canasto, imperiales y ráfaga fueron definidos a partir del siglo XVII y
complicados en su diseño y estructura desde entonces. El atrevimiento de este
diseño consiste en crear una presea para la Santísima Virgen que guiñe sin
rubor a la fabulosa Iglesia Parroquial de la Inmaculada Concepción, síntesis manierista
fuertemente influenciada por la huella de Andrés de Vandelvira. La Parroquial
de la Inmaculada Concepción es el mejor patrimonial de la población y acoge
canónica y espiritualmente a la Hermandad y a la devoción a la Santísima Virgen
de la Amargura.
Tal referencia estética no podía pasar
desapercibida y daba la oportunidad de crear una pieza alejada de la concepción
clásica de la corona barroca; es por ello que se decide actuar mediante el
lenguaje manierista, acaso acercándose a los gustos cofrades con la proposición
de una corona manierista evolucionada hacia el protobarroco. Por ello, la
siguiente pieza asume como suyas las aportaciones estéticas e iconográficas de
la Iglesia y bucea en un periodo artístico muy poco conocido en las artes
cofrades y ciertamente novedoso.
Desarrollo formal de la Obra.
La pieza responde al manierismo; ha de casar
con el abrazado Barroco de la Hermandad y por ello pretende es una evolución
hacia el Barroco. Puede considerarse como una obra de tránsito y sus adornos así
como todo el contenido iconográfico es fiel al estilema de Vandelvira.
El cuerpo central nace de un aro que se
desarrolla mediante una faja de cartuchos que recuerdan los trabajos plateros
del Barroco inicial. Se escoge la decoración auricular por ser deudora de la
platería manierista de forma que guarde el conjunto, el mismo criterio
decorativo que no es otro que el de rendir un tributo a la fabulosa
arquitectura parroquial.
A renglón seguido nos encontramos con el
canasto con forma hexagonal de donde nacen los pinjantes perlados y que guarda
seis espacios directamente extraídos de la molduración parroquial. Cada uno de
estas capillas guarda una simbología concreta: las Hermandades de Huelma. Toda
la Semana Santa de la ciudad queda extractada mediante los símbolos propios de
las tres Dolorosas que procesionan por sus calles, presidida en la capilla
central por la iconología de la Santísima Virgen de la Amargura y flanqueada
por los de la Virgen de los Dolores (el corazón traspasado por los puñales) y
de la Esperanza (el ancla) mientras que en la zona trasera de la misma, las otras
tres Hermandades llevan la heráldica que le es propia y que hace referencia al
resto de Cofradías que conforman la Semana Santa Huelmense.
Cada capilla queda dividida por la acción
tenante de una pareja de ángeles alados encargados de sostener las filacterias
voladas en torno a una piedra de amatista, color propio de la Hermandad de
Jesús Nazareno y María Santísima de la Amargura. Este recurso de tonalidad se
repetirá 34 veces, recorriendo el canasto, los imperiales, la ráfaga y al fin,
realzará igualmente la cruz que preside y corona todo.
La arquitectura, molduración e interpretación
de vanos propios del manierismo que impone Andrés de Vandelvira en su obras,
alza su vuelo sobre el canasto y configura una conexión del diseño hacia los
imperiales, que se inspiran en estilizados pinjantes que comienzan con máscara
angélicas tan propias de la decoración antropomórfica del Renacimiento.
La ráfaga se articula rítmicamente mediante
doce tarjas ovaladas y once juegos de cartelas encargadas de soportar los
rayos, alternados a bisel y flamígeros. Las doce tarjas, muy arquitectónicas,
acogen los bustos de medio perfil, tal y como la estatuaria decorativa
manierista solía emplear, de los Doce Apóstoles, que igualmente cabalgan en la
decoración de las bóvedas vaídas y en las pechinas de la Parroquial. Por el
contrario, los once juegos de cartelas, disimulan una bóveda vaída extendida y
bajo ellas, los ángeles alados que son propios de vanos y óculos de la Iglesia
de la Inmaculada de Huelma.
El conjunto se airea y toma proporciones
mediante las doce estrellas, muy clásicas, de cinco puntas, que alternan con 11
flores de lis, arma de la Casa Real española, indispensable en la configuración
de la corona protobarroca como la que nos ocupa.
Compendio Iconográfico:
*Los seis símbolos heráldicos de las
Hermandades de Penitencia de Huelma.
*Los doce Apóstoles que campan en bóvedas y
pechinas de la Parroquial.
*La amatista como reflejo tonal del color
propio penitencial de la Hermandad.
*Ángeles alados y ángeles corpóreos y
tenantes del estilo de Vandelvira.
Epílogo.
Esta Corona es un tributo por partida doble a
la Semana Santa huelmense y a la capacidad expresiva y espiritual de la Iglesia
Parroquial de la Inmaculada Concepción. Pretende ser novedosa dentro de su
concepción, habida cuenta que su lenguaje decorativo se distancia del adorno
barroco reiterado y extendido y constituye una presea liviana y etérea que
subraye la Realeza de la Santísima Virgen de la Amargura de forma grácil,
teniendo en cuenta sus perfiles y sus expresiones faciales.
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