Este escudo pretende explicar visualmente la esencia del grupo parroquial al que representara a partir de su aprobación, conteniendo estrictamente un discurso iconográfico que versa sobre los las advocaciones de los titulares, el Cristo de la Redención y la Virgen María en su advocación de Reina de los cielos, excluyendo títulos o alusiones a otro tipo de elementos habituales en este tipo de heráldicas al carecer aun de ellos o que no se ciñan a la realidad actual de este joven grupo parroquial para la semana santa Jiennense.
El diseño busca la innovación en la formas de este tipo de trabajos y se enmarca en un estilo neobarroco a petición de su Asociación, siendo totalmente simétrico y quedando todos los elementos unidos por una ornamentación vegetal de mencionado estilo y por una filacteria con la frase “REGINA COELORUM ORA PRO NOBIS”
El escudo se centra en una cruz arbórea radiada por un haz de luz en alusión al sol a la cual se superpone el anagrama mariano coronado y escoltado en su base por la media luna y un ramo de azucenas, quedando así representada la advocación de la titular mariana, María Santísima Reina de los Cielos representada por los símbolos que San Juan narra en su Apocalipsis sobre la Inmaculada concepción y timbrando su Dulce Nombre con corona real como Reina de los Cielos. La cruz aparece de fondo como principal símbolo del cristiano y aportando el pasaje evangélico que este grupo representa con la entrega del madero al hijo de Dios.
A ambos lados flanqueando el motivo central se encuentran dos cartelas con contenido meramente teológico en cuanto a la advocación de la Redención de Nuestro Señor Jesucristo , a la izquierda el Crismón y su derecha el Cáliz de redención:
En la actualidad, el símbolo por antonomasia del cristianismo es la Cruz; pero no siempre fue así. Durante el imperio romano, la cruz era considerada el más vergonzante de todos los instrumentos de castigo, hasta el punto que estaba prohibido aplicar este suplicio a ciudadanos romanos.
El crismón es el símbolo más primitivo y sencillo que hace referencia a Cristo. Está formado por las dos primeras letras de la palabra Cristo en griego: la X (ji) y P (rho) cruzadas y generalmente encerradas en un círculo.
Parece ser que tuvo su origen en el siglo II o III, pero lo que sí está claro es que alcanzó su mayor difusión en el s. IV, una vez promulgado por el emperador Constantino el Edicto de Milán (año 313) por el que se permitía a los cristianos la libre práctica de su religión.
Cuenta Eusebio de Cesarea, Obispo y Padre de la Iglesia del s. IV, que el emperador Constantino el Grande, la noche anterior a enfrentarse con Majencio en la que iba a ser la batalla decisiva por el trono romano, tuvo una visión, en la que se le apareció este anagrama con una leyenda en la que podía leerse, en caracteres griegos, la expresión que hoy conocemos en su versión latina: in hoc signo vinces (con esta señal vencerás).
Constantino ordenó colocar el anagrama en todos los estandartes de su ejército y obtuvo la victoria en la famosa batalla del Puente Milvio. En agradecimiento permitió el libre culto del cristianismo. Desde este momento, encontramos reproducido el crismón en multitud de objetos de uso cotidiano.
EL Cáliz:
Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. (Colosenses 1, 13-14)
Cristo utiliza la imagen hebrea del cáliz, que simboliza la voluntad de Dios sobre un hombre. El del Señor es un cáliz amarguísimo, que se trocará en cáliz de bendición para todos los hombres.
Beber la copa de otro era en el mundo hebreo la señal de una profunda amistad y la disposición de compartir un destino común. A esta estrecha participación invita el Señor a quienes quieran seguirle. Para participar en su Resurrección gloriosa es necesario compartir con Él la Cruz, beber de su mismo cáliz.
Jesucristo hizo del dolor un medio de redención; con su dolor nos ha redimido, siempre que nosotros no rehusemos unir nuestro dolor al suyo y hacer de éste con el suyo un medio de redención». Iconográficamente este momento queda recogido por el “Lagar Místico” donde Jesús derrama su sangre en el cáliz del Ángel del Señor.
El dolor tendrá ya para siempre la posibilidad de sumarse al cáliz del Señor, unirse a su pasión, para la salvación de toda la humanidad. Lo que no tenía sentido ya lo tiene en Cristo.
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